La práctica artística como promotora de salud cerebral. Una revisión desde la neurociencia

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En las últimas décadas, la neurociencia ha avanzado en la comprensión de los efectos de la creatividad y la práctica artística sobre el cerebro humano.

Lejos de ser únicamente actividades estéticas, las prácticas artísticas se han consolidado como estrategias de estimulación cognitiva, emocional y social, con implicaciones directas en la salud cerebral y el bienestar integral. Este artículo explora las evidencias científicas que demuestran cómo el cerebro de los artistas presenta características estructurales y funcionales particulares. Más importante aún, detalla cómo estas pueden considerarse ventajas transferibles a cualquier persona que se vincule de manera constante con procesos creativos.

Conectividad y organización cerebral en artistas

Estudios de neuroimagen han mostrado que los cerebros de los artistas presentan una mayor conectividad entre diferentes regiones, especialmente entre áreas sensoriales, emocionales y ejecutivas. Esta comunicación eficiente permite integrar percepciones, emociones y razonamiento de manera acelerada, favoreciendo tanto la producción artística como la resolución creativa de problemas. En este sentido, puede afirmarse que la conectividad cerebral en artistas funciona como un “tren de alta velocidad” que enriquece su manera de percibir y procesar el mundo.

Asimismo, estudios de neuroimagen indican que ciertas áreas del cerebro de los artistas tienden a mostrar mayor actividad o desarrollo. Por ejemplo, la corteza prefrontal se asocia al pensamiento creativo y la toma de decisiones; el lóbulo parietal interviene en la integración sensorial; el precuneus se activa en la visualización y la imaginación; y el giro temporal inferior se relaciona con el análisis de imágenes y patrones. Estas variaciones anatómicas y funcionales contribuyen a una mayor capacidad de abstracción y análisis visual.

En las últimas décadas, la neurociencia ha avanzado en la comprensión de los efectos de la creatividad y la práctica artística sobre el cerebro humano. Lejos de ser únicamente actividades estéticas, las prácticas artísticas se han consolidado como estrategias de estimulación cognitiva, emocional y social, con implicaciones directas en la salud cerebral y el bienestar integral. Este artículo explora las evidencias científicas que demuestran cómo el cerebro de los artistas presenta características estructurales y funcionales particulares. Más importante aún, detalla cómo estas pueden considerarse ventajas transferibles a cualquier persona que se vincule de manera constante con procesos creativos.

Conectividad y organización cerebral en artistas

Estudios de neuroimagen han mostrado que los cerebros de los artistas presentan una mayor conectividad entre diferentes regiones, especialmente entre áreas sensoriales, emocionales y ejecutivas. Esta comunicación eficiente permite integrar percepciones, emociones y razonamiento de manera acelerada, favoreciendo tanto la producción artística como la resolución creativa de problemas. En este sentido, puede afirmarse que la conectividad cerebral en artistas funciona como un “tren de alta velocidad” que enriquece su manera de percibir y procesar el mundo.

Asimismo, estudios de neuroimagen indican que ciertas áreas del cerebro de los artistas tienden a mostrar mayor actividad o desarrollo. Por ejemplo, la corteza prefrontal se asocia al pensamiento creativo y la toma de decisiones; el lóbulo parietal interviene en la integración sensorial; el precuneus se activa en la visualización y la imaginación; y el giro temporal inferior se relaciona con el análisis de imágenes y patrones. Estas variaciones anatómicas y funcionales contribuyen a una mayor capacidad de abstracción y análisis visual.

Ondas cerebrales y estados de flujo creativo

El cerebro se comunica a través de patrones eléctricos conocidos como ondas cerebrales. En artistas se ha registrado una mayor presencia de ondas alfa y theta durante actividades creativas, asociadas a estados de calma, atención relajada y pensamiento no dirigido. Estos estados facilitan el acceso al denominado flow, donde la creatividad surge de manera fluida y sin la interferencia del pensamiento crítico excesivo. Esta condición no solo favorece la producción artística, sino que también tiene beneficios para la regulación emocional y la reducción de la ansiedad.

Redes cerebrales: default mode y control ejecutivo

Otro hallazgo relevante es la interacción entre la red neuronal por defecto (default mode network, DMN), vinculada a la imaginación y la ensoñación, y la red ejecutiva de control, encargada de la planificación y la concentración. En el cerebro en reposo o en sujetos no entrenados, estas redes suelen funcionar de manera alternada; sin embargo, en los artistas existe una coactivación fluida que les permite transitar con rapidez de la generación de ideas a su ejecución. Este rasgo explica la habilidad artística para resolver problemas de manera creativa y flexible.

Neuroplasticidad y neurogénesis: el arte como entrenamiento cerebral

La práctica artística estimula la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para reorganizarse y fortalecer conexiones sinápticas mediante el uso repetido. De igual forma, investigaciones recientes sobre neurogénesis han demostrado que la creación de nuevas neuronas persiste en la vida adulta, especialmente en el hipocampo, región asociada a la memoria y el aprendizaje. Aunque los estudios que relacionan arte y neurogénesis son incipientes, se reconoce que la práctica creativa genera un entorno favorable para el crecimiento de nuevas células cerebrales al reducir el estrés, estimular la curiosidad y fomentar el aprendizaje continuo.

Implicaciones para la salud cerebral y el bienestar

Las ventajas científicas del cerebro artístico muestran que el arte no solo es un medio de expresión cultural, sino también un recurso de estimulación cognitiva y emocional con impacto directo en la salud mental. Ayuda a preservar la memoria, aumenta la flexibilidad cognitiva, facilita la regulación emocional y contribuye a disminuir los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés. En este sentido, incorporar actividades creativas en la vida cotidiana puede funcionar como una estrategia preventiva y terapéutica en el cuidado de la salud cerebral.

La evidencia científica respalda la idea de que la práctica artística transforma el cerebro, potenciando tanto sus estructuras como sus funciones.

Estas transformaciones no deben considerarse exclusivas de los artistas profesionales, sino oportunidades abiertas a cualquier persona que desee ejercitar su mente a través de la creatividad. Desde la perspectiva del arte y la neurociencia, hacer arte equivale a realizar un entrenamiento cerebral integral que fortalece las conexiones neuronales, favorece estados de calma y estimula la generación de nuevas neuronas.

Promover la práctica artística no solo tiene valor cultural y estético, sino que constituye una estrategia de salud pública con el potencial de mejorar la calidad de vida individual y colectiva al mantener un cerebro activo, conectado y resiliente.

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