Memoria Fotográfica
Ejercicio Fotográfico: Rastros de Luz y Sombras.
La fotografía, más que un medio para capturar el mundo exterior, es un espejo del interior de cada individuo. Según Judy Weiser, cada imagen es un reflejo parcial de las emociones, pensamientos y percepciones del fotógrafo, un rastro congelado en el tiempo que nunca podrá replicar por completo la experiencia vivida en el momento de su captura. Este ejercicio invita a los participantes a explorar cómo las imágenes pueden convertirse en una herramienta poderosa para conectar con emociones que a menudo son difíciles de expresar con palabras.
La fotografía como huella emocional
Weiser describe las fotografías como “huellas de nuestras mentes” que documentan no solo dónde hemos estado, sino también hacia dónde podríamos ir. Al igual que las emociones, las imágenes son fragmentos efímeros de una realidad más amplia, capturadas en un intento de congelar el tiempo. Sin embargo, lo que la fotografía ofrece no es una réplica exacta del momento, sino una interpretación visual de la luz y las sombras que reflejan tanto el mundo exterior como el estado emocional del fotógrafo. En este sentido, cada fotografía funciona como una metáfora visual, una traducción incompleta de sentimientos y pensamientos que, aunque nunca pueden ser completamente explicados, resuenan con el observador a nivel inconsciente.
“¿Estás despierto?” / Ejercicio de Sara Martínez
“You find beauty in ordinary things” / Ejercicio de JP Kuda
“A friend asks only for your time, not your money” / Anónimo
Limitaciones del lenguaje frente a lo visual
El texto también destaca cómo las emociones son fenómenos dinámicos, fluyendo como ondas de energía sensorial que a menudo son difíciles de verbalizar. Las palabras, aunque útiles para la comunicación, actúan como una traducción de experiencias internas que originalmente carecen de un marco lingüístico. La fotografía, en cambio, ofrece una forma de representación simbólica que puede atravesar estas limitaciones. Al capturar “rastros visuales” de momentos y emociones, las imágenes permiten acceder a un espacio no verbal donde se puede explorar lo que está profundamente guardado en la mente y el cuerpo, más allá de lo que las palabras podrían expresar.
Estructura del ejercicio
“Memoria Fotográfica” está concebido como un proyecto dividido en fases, cada uno diseñado para ayudar al espectador a procesar emociones específicas:
1. Preparación: Explorar el interior
Antes de tomar la cámara (que puede ser digital, análoga o del celular), se recomienda que el participante reflexione sobre una emoción o estado mental que esté experimentando, pero que sienta difícil de verbalizar. Puede ser un sentimiento de nostalgia, alegría, melancolía o incluso confusión. No se debe intentar describirlo en palabras; se sugiere simplemente permitir que fluya y sentirse libre de experimentarlo.
2. Elección del escenario y luz
Se debe seleccionar un lugar o un objeto que, a primera vista, resuene con el participante. No es necesario que tenga un significado claro; se debe confiar en el instinto. Es importante prestar especial atención a cómo la luz interactúa con las sombras en ese espacio, y considerar cómo estas variaciones de luz pueden simbolizar la complejidad de las emociones experimentadas.
3. Captura de las imágenes
Con la cámara o dispositivo, se debe intentar congelar un momento que se considere representativo de la emoción, sabiendo que nunca será una duplicación exacta de lo que se siente. Se recomienda tomar varias fotos desde diferentes ángulos o con distintas configuraciones de luz y enfoque. Es importante recordar que la imagen no necesita ser literal; se debe buscar texturas, colores, reflejos o sombras que evoquen el estado emocional de quien fotografía.
- Detenerse a observar revela cómo la percepción individual se entrelaza con asociaciones codificadas sensorialmente, transformando cada momento en un reflejo único e irrepetible.
Reflexión sobre el proceso creativo
Una vez capturadas las imágenes, se sugiere revisarlas sin juzgarlas por su calidad técnica. Se debe observar lo que se ha capturado y reflexionar sobre las siguientes preguntas:
- ¿Qué emociones emergen al mirar estas imágenes?
- ¿Qué significados se proyectan en ellas?
- ¿Cómo se relacionan con lo que se sintió al capturarlas?
- La perspectiva en el ejercicio fotográfico como reflexión a la impermanencia y el paso el tiempo.
- Capturar momentos no es simplemente una actividad de registro, sino de reflexión.
Escribir sobre los hallazgos
Sin preocuparse por la gramática o la estructura, el participante debe escribir un breve texto que refleje lo que sintió al crear y observar las fotografías.
Si las palabras no llegan, se recomienda usar dibujos, colores o símbolos para expresar lo que las imágenes evocan.
Profundización (Opcional) // Sesión grupal
El participante puede compartir una o dos de las fotos con un grupo seguro (presencial o virtual) y permitir que otros describan lo que sienten o ven en ellas. Es interesante observar cómo sus interpretaciones pueden diferir de las propias, enriqueciendo la comprensión de cómo las imágenes pueden ser “traducciones abiertas” de las emociones.
En breve...
Este ejercicio recuerda que la fotografía es más que un registro visual; es un reflejo de lo interno, una huella de la percepción emocional en constante cambio. Las imágenes creadas pueden actuar como puentes hacia partes de cada individuo que no siempre son accesibles con palabras, ofreciendo un espacio para explorar, aceptar y, eventualmente, sanar.
Weiser, J. (1999). PhotoTherapy Techniques: Exploring the Secrets of Personal Snapshots and Family Albums. Vancouver: PhotoTherapy Centre Press.
Conoce más de este proyecto:
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